Recientemente inicié un plan de fortalecimiento profesional, el cual conllevó a replantear mi futuro empresarial. Durante más de 25 años he alcanzado el éxito como consultor, aportando a empresas locales y en Latinoamérica, de diferentes tamaños; grandes, medianas y pequeñas. He dado acompañamiento y formación a líderes organizacionales, he sido partícipe de grandes éxitos empresariales; he liderado equipos de transformación y creado plataformas de servicio y experiencia al cliente con equipos altamente capacitados. Siempre, como parte de mi filosofía he pregonado el leer el pasado y el presente; para crear una nueva versión de las empresas, relaciones, productos y servicios en el futuro.
Siendo congruente con mi filosofía de trabajo, inicié un proceso de análisis sobre mi propia empresa y me di cuenta que estaba viviendo un proceso de transformación. Considerando el ADN de mi firma y su altísimo valor, me tocaba hacer ahora por mi empresa lo que había hecho durante muchos años por las de otros y leer las nuevas necesidades del mercado para adaptarnos a ellas. Pienso en estas líneas, y me atribuyo el derecho de diferenciar cambio de transformación. En el primero, veo un movimiento radical de un lugar a otro, mientras que la transformación requiere del proceso de metamorfosis doloroso de abandonar lo que ha servido, para evolucionar hacia una nueva identidad y hacia un nuevo sistema. Inicié con una sola cosa, esto significó estar dispuesto a despedir el modelo anterior y contratar uno nuevo.
El proceso nos llevó a darnos cuenta que las soluciones de ayer, generaban problemas en la actualidad. Había que priorizar las acciones importantes, dejar de hacer lo que podíamos hacer y dedicarse a lo que realmente se debe hacer. No quería perder más tiempo en actividades y esfuerzos que no sumaran valor, no quería perder mi foco de atención. En ese preciso lapso de tiempo, mi esposa terminó un programa de mindfullness y me habló sobre los beneficios de evitar hacer mucho a la vez, debido a que eso bajaba la productividad. La verdad que tenía toda la razón, hacer mucho no hace que logremos mucho; por el contrario.
Me focalicé hacia mi propósito. Entendí que el tiempo y la energía eran recursos limitados por tanto, tenía que sacar el máximo provecho, de lo contrario, algunas áreas de mi vida se iban a ver afectadas como mi pareja, mi familia, mis relaciones importantes, mi salud, mis ratos de entretenimiento, mis momentos de aprendizaje y mi espiritualidad. Era tiempo de simplificar mi vida. Seguidamente, creo que algo que me llevó al éxito de una manera más efectiva fue ordenar la secuencia de los eventos que se deberían dar, uno tras otro. Una cosa tras otra, orden y alineamiento. Por ejemplo, dentro de mis nuevos proyectos he recibido la representación de una empresa para toda Latinoamérica y algunas partes de EEUU y aunque quiero “conquistar el mundo”, estoy en el proceso de alinear los esfuerzos para alcanzar el éxito: No puedo alcanzar otros mercados, si no tengo los elementos básicos para realizar los procesos de capacitación del equipo de ventas. Un paso a la vez.
En otro artículo hablo sobre el potencial de saber ¿qué hace uno mejor que los demás? La respuesta de esta pregunta da de manera inmediata el foco hacia lo que tienes que apostar tu esfuerzo inicial, de ahí en adelante, vendrá otro paso a seguir. En este avanzar busca a alguien que te apoye, que sea crítico sin destruir tu ilusión; para eso tienes que valorar el consejo. En estos procesos de transformación es importantísimo tener un mentor, alguien que te pueda inspirar, con el cual puedas conversar de tus planes y explorar tus talentos. Ese alguien que te impulsa, pero que si es necesario te rompe la estructura. Puede ser un socio, un mentor, tu pareja; pero tiene que estar alineado con la construcción y ejecución de tu plan. Muchos lo tienen al inicio, pero la fórmula puede cambiar, esa persona puede llegar en medio de la travesía.
El peor cliente de un consultor es aquella persona dispersa, la que no valora el plan, la que siempre tiene escusas en la vida y otros son los responsables de los fracasos. Para evolucionar y transformarse, ya sea personal o profesionalmente es necesario poder ver hacia adentro y valorar a quien te acompaña en ese proceso.
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